Un Legado Histórico

El colegio, inaugurado el 1 de febrero de 1926, forma parte de un complejo de Escuelas Graduadas y Casas de Maestros diseñado en estilo regionalista por el arquitecto Javier González de Riancho. La construcción fue financiada íntegramente por Don Agapito de la Cagiga Aparicio, un ilustre indiano nacido en Revilla de Camargo en 1863. Tras emigrar a Cuba, donde amasó una considerable fortuna, dedicó parte de su riqueza a promover la educación en su localidad natal, siguiendo el ejemplo de otros filántropos de su época.

En 1927, en reconocimiento a su labor, el rey Alfonso XIII le concedió el título de Conde de Revilla de Camargo. Además de financiar el complejo escolar, dotó a las escuelas del mejor material didáctico disponible, incluyendo mobiliario (pupitres, armarios, pizarras) y recursos pedagógicos (láminas, libros, proyectores de diapositivas, etc.).

Los Tesoros del Museo

Gracias al esfuerzo del personal del centro educativo, muchos de estos materiales se han conservado durante décadas, y ahora se exhiben en el museo. Entre los objetos más destacados se encuentran:

• Instrumental de física y química utilizado en las clases.
• Una colección única de diapositivas hechas a mano con tinta china y su proyector original.
• Máquinas de escribir de diversas épocas y una máquina de vapor industrial.
• Una esfera armilar, utilizada en la enseñanza de astronomía.
• Libros históricos, incluyendo un diccionario editado en 1817.
• El libro de actas del colegio, que recoge las firmas de todos los profesores que pasaron por la institución desde su apertura.

Don Agapito de la Cagiga Aparicio

Don Agapito, quien contrajo matrimonio en 1902 en La Habana con María Luisa Gómez-Mena y Vila, miembro de una prominente familia cubana, no tuvo descendencia, pero su legado perdura en las instituciones educativas y culturales que ayudó a construir. Falleció en 1938, y su título nobiliario pasó a su sobrino, José María de la Cagiga y Arce.

Un Puente al Pasado

El museo no solo conserva los recursos pedagógicos de la época, sino que también nos ayuda a entender la vida escolar y la gestión docente del pasado. Piezas como pizarrines, cuadernos y registros oficiales nos invitan a reflexionar sobre la evolución de la educación, resaltando la importancia del esfuerzo de visionarios como Don Agapito, cuyo compromiso con el aprendizaje sigue vivo en cada rincón de este espacio único.

El Museo Escolar Agapito Cagiga es un testimonio excepcional de cómo la filantropía y el amor por la educación pueden transformar comunidades, preservando la memoria y el legado cultural para futuras generaciones.